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La crisis alimentaria mundial, una crisis entre crisis

Juan Carlos Morales González, Mayo 15 de 2009, Este artículo ha sido consultado 2049 veces

Actualmente somos testigos de una “confluencia de crisis” cuyos impactos sociales, culturales, económicos y ambientales, tendrán consecuencias impredecibles para el bienestar humano y planetario. Hablamos, pues, de las denominadas “crisis alimentaria”, “crisis climática”, “crisis energética”, “crisis financiera” y “crisis económica mundial”. Sin excepción, aunque parezca una obviedad recordarlo, todas ellas son de origen antrópico; es decir, acaecen no como resultado de una voluntad punitiva de la naturaleza o el azar, sino, por el contrario, a consecuencia de la torpeza humana o la codicia de quienes rigen los destinos del mundo.

En ese sentido, el actual modelo económico (caracterizado principalmente por el enriquecimiento de unos pocos a costa de los recursos del planeta y los derechos del resto de la humanidad), y los agentes locales o internacionales que lo implementan (oligarquías nacionales, empresas transnacionales, organismos financieros internacionales, grandes potencias, etc.), son los principales responsables no sólo de las mencionadas crisis sino también de la tragedia social que van dejando a su paso.

Dicha tragedia social y humana es fácilmente constatable, por ejemplo, con la actual “crisis alimentaria global”. Esta adquirió una breve relevancia pública a partir del primer trimestre del 2008 (1) siendo ahora, desafortunadamente, opacada por el afán de las grandes potencias de resolver la crisis financiera y económica mundial, la cual les preocupa mucho más al representar una amenaza directa al modelo económico del cual son gestoras.Antes de continuar es necesario precisar algo fundamental: la “actual crisis alimentaria mundial” no es reciente (o lo que es lo mismo, no es tan actual). Esta afirmación va en contravía del común de postulados y análisis que surgen desde el primer mundo (o de países con pretensiones de serlo, Brasil por ejemplo), quienes presentan la crisis como algo coyuntural o de cercana aparición soslayando así su propia responsabilidad en el asunto.En efecto, como puede constatarse en la siguiente tabla"(2) , el incremento en el número de personas con hambre en el mundo viene acelerándose. Así, del periodo 1995-97 al 2003-2005, la cifra de hambrientos aumentó en casi un 2 %, pasando de 831.8 millones a 848 millones de personas.

 

REGIÓN

 

PERIODO

 

VARIACIÓN (en %)

 
 

1990-92

1995-97

2003-05

1995-97, 2003-05

1990-92, 2003-05

Cercano Oriente y África del Norte

19.1

29.6

33

↑ 11.4

↑ 42.1

América Latina y el Caribe

52.6

51.8

45.2

↓ 12.7

↓ 16.3

África Subsahariana

168.8

194

212.1

↑ 8.5

 

↑ 20.4

Asia y el Pacífico

582.4

535

541.9

↑ 1.2

 

↓ 7.4

Total Mundo en Desarrollo

822.8

810.4

832.2

↑ 2.6

 

↑ 1.1

Países desarrollados

19.1

21.4

15.8

↓ 26.1

↓ 20.8

TOTAL MUNDO

841.9

831.8

848

↑ 1.9

↑ 0.7

La tendencia descrita pone en evidencia que los compromisos adquiridos en 1996 en el marco de la Cumbre Mundial de la Alimentación de Roma (matizados luego para la Meta No. 1 de los Objetivos del Milenio), están lejos de poderse cumplir (3). Cabe resaltar que el sospechoso optimismo que rodeaba a la Cumbre de 1996 tiene una explicación histórica: se fundaba en la falsa premisa de que el modelo económico imperante, lejos de generar pobreza, la eliminaba. Esto significa que en el marco de la lucha ideológica entre quienes defendían o rebatían el modelo neoliberal, los primeros lograron imponer su punto de vista en aquél momento y lugar, enmascarando con falsas expectativas la crudeza de la realidad alimentaria en el mundo.

Como puede notarse, las cifras (y proporciones) más altas de hambre se encuentran en África Subsahariana, Asia y el Pacífico. Sobre ésta última vale decir que a pesar del alto   número de personas afectadas, es la zona donde numéricamente más se ha reducido el hambre, gracias, sobre todo, a los esfuerzos hechos en la materia por India y China( 5) .

Este último dato es relevante porque al hablar ya de las causas de la crisis alimentaria, diversos ámbitos de poder evaden sus responsabilidades aduciendo que aquélla es consecuencia, principalmente, del incremento en el consumo alimentario de ésos dos países. Como es obvio, tras tal pronunciamiento existe la soterrada intención de que el resto del mundo vea como culpables a los afortunados habitantes chinos e indios que mejoraron su situación alimentaria, y no a los verdaderos responsables que han conculcado el derecho a la alimentación del resto del planeta.

Siendo breve, existen dos factores que explican la crisis alimentaria que padece el mundo. Uno de tipo estructural y, el otro, de orden coyuntural. El primero es indudablemente la imposición y persistencia del actual modelo económico (también denominado “nuevo orden económico mundial”, globalización neoliberal, etc.), caracterizado por la desprotección del campo, la producción alimentaria y, en extensión, las soberanías y economías nacionales. Siendo un factor estructural, involucra daños profundos en las economías locales, transformaciones anómalas en las vocaciones productivas de los diferentes países y otras consecuencias negativas de largo plazo.

Al respecto, el propio Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, hizo mención en junio del año pasado que era urgente, para salir de la crisis, defender la pequeña producción agrícola y fortalecer a los pequeños productores de alimentos frente al sector privado (6). No sobra insistir en que entre los preceptos del modelo neoliberal se encuentra, precisamente, la desprotección del pequeño productor rural (o su incorporación forzada a dinámicas agroexportadoras), el beneficio de los intereses del sector privado, y la pérdida de soberanía de los Estados en el control de sus procesos alimentarios (incluyendo el control sobre los recursos naturales y conocimientos ancestrales). El elemento coyuntural detrás de la crisis, es el aumento en el precio mundial de los alimentos. Se calcula que sólo entre 2003-05 y 2007 se generaron, por aquella causa, 75 millones de nuevos hambrientos en el mundo(7) . 

Más recientemente, en sólo un año (IV/2007 – IV/2008), el precio mundial de cada tonelada de trigo, maíz o arroz, se incrementó en un 56, 117 y 94 %, respectivamente (8) , significando que el número de personas lanzadas al hambre debe ya haber superado largamente la cifra anteriormente referenciada por la FAO.Son varios factores que supuestamente explican la escasez: un ligero retroceso en la producción mundial de cereales, la prolongada elevación en el precio del petróleo y sus derivados, la especulación con los alimentos en los mercados internacionales, y la competencia en el uso final de los alimentos (alimentos para consumo humano versus agrocombustibles). Demos una rápida mirada a cada uno de ellos.Si bien la producción mundial  de cereales en el año 2007 se redujo en un 19 % respecto a 2005, lo producido aquel año representa un 37.5 % más a lo registrado en el año 1996 . Es decir, desde 1996 (9) ha habido un incremento neto en la producción de cereales desvirtuando el argumento de que exista una real escasez de alimentos, máxime cuando el crecimiento demográfico mundial en el mismo periodo fue comparativamente menor (14 %)(10) .
 
En cuanto al incremento en el precio del petróleo (prolongado hasta hace unos meses), ello incidió en que muchos de sus derivados (incluyendo importantes insumos para la producción agrícola) y los costos y fletes de transporte, también se encarecieran. Según la FAO, el precio de algunos fertilizantes subió en un 160 % durante el primer bimestre del 2008 respecto al primero del año inmediatamente anterior, lo cual, unido a tasas duplicadas en el precio de los fletes entre 2006 y 2007, impactó en el precio de venta de los alimentos(11) .No obstante, el factor que ha tenido un mayor impacto en tal encarecimiento es el binomio agrocombustibles - especulación en el mercado internacional de alimentos. Únicamente en 2007, 93 millones de toneladas de trigo y otros cereales fueron empleados en la fabricación de etanol, duplicando las cifras de 2005(12) . Esto viene generando, obviamente, una competencia por el uso de estos alimentos siendo cada vez mayor la cantidad de cereales cuyo destino final es la producción de agrocombustibles (AGC) y, en consecuencia, menor la utilizada para la alimentación humana.

Igualmente cabe recordar que luego de iniciada la crisis inmobiliaria en 2007, los grandes grupos de capital decidieron ampliar y profundizar sus “inversiones en mercados a futuro” de cereales y oleaginosas; es decir, en el grupo de alimentos que contribuye con la mayor parte de la materia prima para los AGC. Así, en el periodo comprendido entre el final del primer trimestre y el final del año 2007, los fondos invertidos en el mercado agrícola estadounidense se septuplicaron (en Europa se quintuplicaron)(13) .Ello, por supuesto, genera una verdadera ola especulativa sobre el precio de las actuales y futuras cosechas, encareciendo tales productos y limitando las posibilidades de acceso para los países, comunidades y personas con escasos recursos. Sobre el tema, una proyección inicial de la FAO señalaba que sólo entre 2007 y 2008, los países con más bajos ingresos y alto déficit alimentario del mundo se verían obligados a incrementar sus gastos para la importación de cereales en un 33 % (14) , sin que esto signifique importar mayores cantidades de dichos géneros. Por decirlo de otra manera, en el mejor de los escenarios posibles, se paga mucho más por importar lo mismo, al tiempo que las familias e individuos no tienen cómo pagar más para consumir lo mismo (15) .

Siendo claro que el encarecimiento de los alimentos es el factor coyuntural de la crisis alimentaria que padece el planeta, y que aquél está determinado, principalmente, por la especulación y la competencia para su uso final en los AGC, la postura adoptada por las grandes potencias, la banca internacional y algunos ámbitos del sistema de Naciones Unidas, es verdaderamente lamentable. Varios portavoces del mundo en desarrollo no han dudado en manifestar, por ejemplo, que sólo un muy pequeño porcentaje del incremento en el precio de los alimentos puede atribuirse a los AGC(16) . Tal argumento ya fue desmentido el año pasado, cuando un informe secreto del Banco Mundial reveló que los AGC eran los responsables del 75 % del incremento en el precio de los alimentos entre 2002 y febrero de 2008 (17) .Esto va de la mano con el claro interés de que la producción de AGC sea percibida como una alternativa viable a la crisis energética y climática. Para ello han postulado toda una serie de mitificaciones en torno a las bondades de dicha actividad económica, las cuales, sin embargo, han sido suficientemente desmentidas por buena parte de la comunidad científica internacional u otros interesados en el tema(18) .

El papel de la banca mundial y los organismos financieros internacionales (FMI, BM, BID) ha sido, por obvias razones, similar. Si bien reconocen que la crisis alimentaria mundial es una problemática que urge atención, la preocupación subyacente parece fundarse en el temor de que el modelo económico imperante y el orden político vigente, se derrumben a causa del descontento social generado por la crisis. En ése sentido, Robert Zoellick, presidente del Grupo del Banco Mundial, manifestó el año pasado la importancia de tomar “en serio” los efectos psicológicos que las crisis recientes vienen generando en los países en desarrollo. Para ello propuso redefinir el multilateralismo, con el fin de que pueda “moverse mucho más rápidamente a fin de ayudar a los más vulnerables” (en la lógica del asistencialismo humanitario), y “seguir promoviendo la liberalización a nivel mundial” (19).

Adicionalmente, si bien han reconocido el papel que los AGC han desempeñado en el alza de los precios de los alimentos, las soluciones propuestas no dejan de ser, cuando menos, sospechosas: aumentar la ayuda alimentaria (lo que significa incrementar las ganancias de las compañías que controlan los agronegocios) y apoyar el desarrollo de las próximas generaciones de AGC (20) .En el caso del sistema de Naciones Unidas, es ambivalente su comportamiento ante la crisis alimentaria. Algunos espacios del sistema reconocen explícitamente la gravedad de la crisis y urgen por acciones inmediatas que lleven a superarla. En mayo del año pasado, la por entonces Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour, manifestaba ante la Séptima Sesión Especial del Consejo de Derechos Humanos (convocada a raíz de la crisis alimentaria), la necesidad de reconocer que esta era una situación muy grave que requería la acción conjunta de todos los países del mundo. Alertó sobre el hecho de que la crisis alimentaria, como expresión de la no garantía del derecho a la alimentación, podría tener un “efecto dominó” e ir de la mano de violaciones de otros derechos: educación, salud, y los mismos derechos civiles y políticos una vez los Estados quieran “prevenir” los disturbios sociales derivados de la crisis. Enfatizó también, que una de las principales herramientas para resolver la crisis es que sea abordada desde una perspectiva de derechos humanos, recordando las obligaciones que frente al derecho a la alimentación tienen tanto los Estados como la comunidad internacional (21) .

Poco después, con una perspectiva parecida, el Relator Especial para el Derecho a la Alimentación llamó la atención en torno a que la comunidad internacional no debía hacerse la de los oídos sordos  frente a las verdaderas causas de la crisis, y hacer lo posible para combatir, entre otros aspectos, la especulación con los alimentos en el mercado internacional (22).

Por otro lado, el mensaje dado por la FAO es, en contraste, muy ambiguo. De hecho, al tiempo que el número de hambrientos se incrementa, la FAO sigue invocando por mayores estudios para ver si la utilización y producción de AGC es sostenible y mantiene la seguridad alimentaria mundial. También recomienda que “de la misma forma que la precipitación en las decisiones para promover los biocombustibles puede tener consecuencias adversas no deseadas en la seguridad alimentaria y el medio ambiente, adoptar acuerdos apresurados que restrinjan los biocombustibles podría limitar las oportunidades para un crecimiento sostenible de la agricultura, beneficioso para la población pobre”(23) .

Esta actitud farisaica, consistente en seguir esperando “pruebas” sobre algo cuya relación causal viene siendo demostrada a lo largo y ancho del planeta, a lo único que contribuye no sólo es a que la crisis no sea atacada plenamente por un organismo cuyo mandato es hacerlo sin tanto rodeo, sino también a que los agentes responsables sigan actuando impunemente y sin mayores contratiempos.Finalmente cabe destacar la postura de diversas organizaciones campesinas, sociales o defensoras de los derechos humanos, quienes no han dudado en llamar la atención sobre el papel que en la crisis ha tenido el socavamiento progresivo de las soberanías alimentarias y la capacidad de los Estados de proponer y controlar autónomamente sus propias políticas agrícolas y alimentarias(24) .

 


[1] En efecto, más allá del “afán periodístico” de muchos medios, durante el año pasado un buen número de cumbres o conferencias mundiales se enfocaron en la crisis alimentaria tratando de impulsar el debate en torno a sus causas y acciones por implementar. Desafortunadamente, hasta el momento, los resultados y compromisos han sido muy pobres.

[2] Tabla construida con base en datos de: FAO. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2008. Roma. 2008. pp.: 48-50.

[3] Reducir a la mitad, para el año 2015, el número de personas con hambre que en ése momento habían en el mundo.

[4] FAO. Op cit. No. 3.

[5] Sólo entre 1995-97 y 2003-05, India y China, juntas, redujeron en 41 millones su número de hambrientos. En éste último periodo, el suministro de energía alimentaria per cápita de China e India fue de 2990 y 2360 Kcal/día, respectivamente (para la comparación: en Colombia, con mucha menos población, el valor fue de 2670).

[6] De Schutter, Olivier. Statement of the UN Special Rapporteur on the Right to Food, 8th Session of the Human Rights Council, Geneva, 6 June 2008. Disponible en: http://www2.ohchr.org/english/issues/food/docs/StatementOdS060608.pdf

[7] FAO. Op cit. No. 3. p: 6.

[8] Con base en datos de Fedearroz, Creed Rice Co. Inc., y el Chicago Board of Trade, citados gráficamente en: La comida sí está cara en todo el mundo. El Tiempo. Bogotá. 26/IV/08. Sec: 3. p: 13.

[9] La producción mundial de cereales en 1996 fue de 2’190.672 Tns. En 2005 y 2007 fue de 4’168.650 y 3503.050, respectivamente. Datos tomados del sistema estadístico de la FAO – FAOSTAT http://faostat.fao.org/site/567/DesktopDefault.aspx?PageID=567

[10] 1996: 5.804 millones de habitantes. 2007: 6.616 millones. Datos tomados de los informes “Estado de la población mundial”, de los años 1996 y 2007, publicados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, disponibles, respectivamente, en las siguientes direcciones electrónicas: http://www.unfpa.org/swp/2007/spanish/notes/indicators.html y, http://www.unfpa.org/swp/1996/index.htm

[11] FAO. El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2008. Roma. 2008. p: 49.

[12] Ibíd.

[13] Baillard, Dominique. Estalla el precio de los cereales. En: Le Monde Diplomatique. Edición Colombia. Bogotá. No. 67. Mayo de 2008. p: 8.

[14] Cálculos con base en datos contenidos en: FAO. Food Outlook V/2008. p: 90. Versión PDF disponible en: ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/010/ai466e/ai466e00.pdf

[15] El escenario opuesto es, obviamente, pagar más para importar menos y que las familias, independientemente de que consigan o no el dinero suficiente, no tengan disponibles en sus comunidades cantidades suficientes de alimentos.

[16] Apenas un 3 % según George W. Bush. Ver: Banco Mundial culpa a los agrocombustibles
por aumento global del precio de alimentos. Disponible en: http://www.proteger.org.ar/doc777.html

[17] Reuters. Biocombustíveis podem ser até piores do que se pensava a princípio. Disponible en: http://www.ecodebate.com.br/2008/07/07/biocombustiveis-podem-ser-ate-piores-do-que-se-pensava-a-principio/

[18] Ver: Morales González, Juan Carlos. Agrocombustibles: sus mentiras y su capacidad generadora de hambre. En: Varios. Agrocombustibles: llenando tanques, vaciando territorios. CENSAT Agua Viva y PCN. Bogotá. 2008. pp.: 149 – 165.

[19] Zoellick, Robert B. Discurso ante la Reunión Anual de la Junta de Gobernadores del Grupo del Banco Mundial. Washington. 13/X/2008. Disponible en: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/BANCOMUNDIAL/NEWSSPANISH/

[20) Ver: Presidente Zoellick afirma que el Grupo de los Ocho debe actuar ahora mismo ya que «el mundo está entrando en una zona peligrosa». Disponible en: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/BANCOMUNDIAL/NEWSSPANISH/0,,contentMDK:21828902~pagePK:64257043~piPK:437376~theSitePK:1074568,00.html, y, Ribeiro, Silvia, Agrocombustibles: secretos y trampas del Banco Mundial. La Jornada. Edición digital. México D.F. 5/VII/2008.

[21] Address by Ms. Louise Arbour UN High Commissioner for Human Rights, 7th Special Session of the Human Rights Council, Geneva, 22/V/08. Despoiled en: http://www.wilpf.int.ch/PDF/humanrights/

[22] De Schutter, Olivier. Op. cit. No. 7.

[23] Diouf, Jacques. Prólogo al informe de la FAO titulado: El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2008. Biocombustibles: perspectivas, riesgos y oportunidades. Roma. 2008. p: x.

 [24] Para una aproximación completa a las propuestas hechas por las organizaciones sociales con el fin de salir de la crisis alimentaria, ver: The world doesn´t need more of the same medicine. Joint Declaration addressed to Governments on World Food Crisis. 3-5/VI/2008. Disponible en: http://www.fian.org/resources/documents/others/the-world-doesnt-need-more-of-the-same-medicine/pdf

Publicado en Mayo 15 de 2009| Compartir
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