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Experiencias locales

Recuperación de plantas medicinales por mujeres Mapuches - Chile

Equipo CET SUR, con la colaboración de las mujeres Mapuches, Chile, Enero 27 de 2003, Este artículo ha sido consultado 8366 veces

El pueblo Mapuche (Mapu=Tierra, Che= gente) constituye el grupo con la mayor población dentro de las comunidades indígenas en Chile y de América del Sur, con alrededor de un millón de personas. Históricamente su población se movilizaba hasta la altura del río Itata en la VII Región (36º-39º); pero en la actualidad por la constitución de reducciones por parte del Estado chileno, están concentrados principalmente en la IX región de la Araucanía. (38º-39º). Es así como después de la «pacificación», los grupos que habían sido de gran movilidad durante el siglo XIX, se asientan, adoptando una economía agraria y se disminuye la antigua actividad ganadera de intercambio con los Mapuches de la zona oriental (Argentina).

Su cosmovisión está ligada al Wenumapu, lo que garantiza la reciprocidad entre un orden natural y un orden sobrenatural. Es decir, desde un cierto orden terrenal se puede acceder a lo sagrado, y cuando se hace referencia al mundo sobrenatural, se está aludiendo a una tierra común. Por ello, la tierra y la naturaleza (Las plantas medicinales y su Newen o fuerza)  no son propiedad de nadie en particular, sino patrimonio de toda la comunidad.

Las plantas medicinales ocupan en la medicina tradicional Mapuche un papel preponderante. Su uso y conocimiento es un ámbito principalmente femenino y se trasmite de madres a hijas en la vida cotidiana. Para la cultura Mapuche, las plantas medicinales, tienen püllü o espíritu y son entregadas por la divinidad para ayudar al ser humano y restaurar la salud perdida. Están regidas por una serie de reglas que determinan su crecimiento y utilización por el ser humano. Si este transgrede las normas, el püllü de la planta puede volverse contra el individuo que ha roto el equilibrio cósmico, social o natural. Estas normas incluyen desde la manera de elegir la planta, la forma, espacios y actitud en la recolección, hasta la preparación y utilización de ésta. 

En las comunidades participantes, esta concepción de las plantas medicinales se ha perdido en gran parte; el uso de las mismas se basa casi exclusivamente en sus efectos farmacológicos, y la relación mágica y religiosa con la planta aparentemente no está presente. Esta pérdida cultural ha significado que un conjunto de normas y prácticas asociadas a la creación y transmisión del conocimiento medicinal, así como el uso respetuoso y la conservación de especies y ecosistemas, se vean fuertemente debilitadas. El CET SUR ha emprendido un trabajo de fortalecimiento de procesos culturales ligados a la medicina tradicional y casera en comunidades Mapuches. El trabajo se ha desarrollado principalmente a través del CBDC Programme, programa de investigación acción que se implementa en diversos países de África, Asia y América Latina.

La base de toda acción emprendida es el conocimiento y las normas culturales aún presentes en las comunidades. Por ello, el papel de especialistas locales ha sido el motor del trabajo. Se trata especial pero no exclusivamente de ancianos y ancianas conocedores de los ecosistemas circundantes y su biodiversidad, los que además mantienen una base cultural fuerte. Son ellos los que mantienen los ritos propios de la tradición Mapuche con relación a las plantas medicinales, así como un cúmulo de conocimientos sobre su ecología, sus efectos y sus normas de uso.

Como parte del trabajo, se realizó un inventario florístico y de usos locales, a través del cual se obtuvieron datos que refuerzan la idea de que, a pesar de la erosión cultural y degradación del ambiente natural, actualmente el uso medicinal de las plantas es importante y se mantiene vigente el sistema de generación de conocimiento. Se identificaron 75 plantas nativas de uso medicinal, equivalentes al 54%, y 57 plantas introducidas, equivalente al 27%. Estas plantas son arbóreas, arbustivas, herbáceas y epífitas.

Antiguamente, los Mapuches recolectaban plantas medicinales en bosques, pantanos y praderas cercanas a su hogar. Posteriormente, los cambios ambientales derivados de la deforestación, convirtieron al huerto en el lugar de recuperación y desarrollo de la biodiversidad. Las plantas medicinales recolectadas de los bosques y reproducidas en los huertos comenzaron un proceso de domesticación.

El sistema público de salud ha influido en la adopción de la medicina occidental por parte de las comunidades, en desmedro del uso de plantas medicinales. Sin embargo, la cobertura y la calidad de las atenciones a las familias mapuches rurales son insuficientes. Las familias participantes en el proyecto han reactivado el uso intensivo de las plantas medicinales, adquiriendo una autonomía en cuanto al  tratamiento de enfermedades simples, la mitad de las patologías agudas y dos tercios de las patologías crónicas.

El trabajo realizado ha consistido en trabajar con grupos comunitarios de mujeres interesadas en el uso casero de las plantas medicinales. El grupo de mujeres, junto al equipo del proyecto y en ocasiones una mujer anciana especialista en plantas medicinales, realizan recorridos a los bosques cercanos. Durante estas caminatas las mujeres reconocen plantas, conversan acerca de su ecología, observan sus ciclos reproductivos recolectan hojas, corteza, plantas, semillas y estacas y discuten acerca de sus usos. Se produce un importante intercambio de conocimientos entre las mujeres, especialmente de las ancianas a las jóvenes y entre las mujeres y el equipo del proyecto. De esta forma se recupera y difunde el conocimiento tradicional acerca de plantas medicinales y las normas tradicionales asociadas y se revaloriza su uso. Además, las mujeres obtienen las partes de las plantas necesarias para su posterior uso familiar y materiales para su reproducción en los huertos.

Cuando las mujeres regresan a sus hogares comienzan las tareas de reproducción, almacenamiento de semillas y materiales recolectados. A partir de este instante, y en especial al momento de usar las plantas con fines medicinales, se involucra al resto de la familia que percibe esta actividad como la recuperación de algo propio y un mejoramiento de su calidad de vida.

Las acciones desarrolladas a continuación han sido encaminadas a reforzar la incorporación de las plantas medicinales al huerto familiar. En este espacio, las plantas medicinales se integran a las especies de uso alimenticio, ornamental y forestal, en distintos arreglos espaciales.

Los huertos Mapuches más tradicionales presentan una distribución aparentemente desordenada de las plantas, donde se intercalan las especies medicinales con el resto, aprovechando los distintos microambientes creados. En los huertos de mayor influencia occidental, las plantas medicinales ocupan los cercos y en ocasiones las cabeceras de las platabandas ocupadas por hortalizas.

La familias participantes y paralelamente el CET SUR han realizado ensayos para conocer las formas de reproducción más efectivas de las plantas medicinales usadas por la comunidad, puesto que existen muy pocos antecedentes bibliográficos al respecto. Los ensayos incluyeron 19 especies, 11 de ellas reproducidas por estacas y  8 por semillas, que han sido seleccionadas por el valor de uso otorgado o su estado de conservación. Las plantas madres para obtener estacas y semillas fueron seleccionadas cuidadosamente por las familias, teniendo en cuenta las características de las plantas y tomando precauciones relacionadas con el impacto en la biodiversidad. Se selecciona un alto número de plantas en distintos ambientes y se cosechan volúmenes de ramas o semillas, de tal forma que no se afecte el desarrollo de la planta o de su progenie. El Programa CBDC ha apoyado también el intercambio de plantas, semillas, estacas y conocimiento entre las familias a través de visitas grupales a los huertos de las mujeres del grupo y establecimiento de relaciones entre familias de distintas comunidades.

Finalmente, se han realizado capacitaciones para mejorar el procesamiento de las plantas para su uso, tales como limpieza, secado y preparación de pomadas y jarabes. Una vez incorporadas estas técnicas y mediante envasado y etiquetado se ha comenzado un proceso de comercialización de plantas medicinales que ha permitido generar ingresos adicionales para las mujeres participantes, lo que ha constituido un importante estímulo para su trabajo.

Los impactos del trabajo en el área de las plantas medicinales son de diversa índole. Respecto a la biodiversidad, se ha promovido la conservación de especies en peligro a nivel local y nacional. En términos sociales, se han mejorado las condiciones de salud familiar y se ha fortalecido la organización de las mujeres y su papel dentro de la comunidad y la familia, en beneficio de su autoestima. La cultura también ha sido reactivada a través de las actividades con plantas medicinales y con ello se ha reforzado el sentimiento de identidad de las personas.

Es importante resaltar que el trabajo se ha hecho con el fin de fomentar el uso casero de plantas medicinales. No se ha buscado intervenir ni interferir en los procesos de la medicina tradicional Mapuche, ya que ésta es normada por elementos propios e internos de la cultura Mapuche. Lo que hoy se está buscando, luego de un largo proceso de construcción de confianza y reafirmación del respeto mutuo, es contar con el apoyo de las médicas tradicionales en los procesos de recuperación ecosistémica, necesarios para garantizar la sobrevivencia de las plantas medicinales y de los entornos que las acogen. El conocimiento de estas mujeres acerca de los ecosistemas locales no tiene paralelo en su sofisticación y profundidad, por lo que su apoyo será fundamental.

 

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* Equipo CET SUR (Centro de Educación y Tecnología para el Desarrollo del Sur), con la colaboración de las mujeres especialistas de las comunidades de Juan Queupán, Nicolás Ailío, Lorenzo Epul, Marín de Repokura, Quintriqueo y Juan Nahuelpi.

CET-Sur

Publicado en Enero 27 de 2003| Compartir
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