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Publicación auspiciada por Swissaid

Experiencias locales

El maíz: alimento sagrado para los campesinos

Erminsu Iván David Pabón , Colombia, Enero 18 de 2005, Este artículo ha sido consultado 18792 veces

Introducción

La experiencia que se presenta a continuación se alimenta de testimonios y aprendizajes del proceso de recuperación, conservación y uso de semillas, realizado con campesinos y campesinas «custodios de semillas»1 de los municipios de Buga, Restrepo y Riofrío, desde el año 1998, en el marco del proyecto Conmunity Biodiversity Development and Conservation Programme CBDC. Se trata de hacer una combinación entre lo testimonial y los aportes a la discusión técnica y política relacionada con las semillas. Los documentos relacionados específicamente con el maíz se encuentran archivados bajo los títulos «casamiento del maíz» y «memorias de encuentros de custodios de maíz».


Ubicación

El Valle del Cauca se encuentra ubicado en el suroccidente de Colombia. Tiene una extensión de 22.140km2 y se subdivide en tres zonas fisiográficas: el valle geográfico del río Cauca con el 14% del área, la región Andina (laderas de las cordilleras Central y Occidental) con el 53% y la llanura del Pacífico con 33%.

La región donde se desarrolla el proyecto es la zona cafetera que comprende una altitud que va de los 1.400m a los 1.800m, temperatura promedio de 18°C y precipitación anual de 1.500 a 3.000mm, distribuidos en dos períodos (marzo a junio y septiembre a diciembre). Los suelos, en general, se caracterizan por ser de origen volcánico y presentar pendientes muy marcadas.

La mayor parte de la población de la zona son emigrantes de otras regiones del país (especialmente Antioquia, viejo Caldas, Cauca y Nariño) lo que le confiere una riqueza cultural que se refleja en el manejo de la biodiversidad local. Por lo tanto, desde el proyecto, el tema del manejo de la biodiversidad, tanto cultivada como no cultivada, ha sido uno de los ejes fundamentales de trabajo.

 

Entrevista con los custodios de semillas

Llegué a la finca de don Juan como a las cuatro de la tarde, hora en que él ya terminaba su labor en la finca. Hablamos de muchas cosas, le hice muchas preguntas, una de ellas fue ¿qué significa para usted el maíz?» él me miró extrañado y con una sonrisa me respondió moviendo su cabeza ¡pues... el maíz es la vida de los campesinos! Esta es la frase expresada de manera natural por don Juan Sánchez (custodio de la vereda Guadualejo, Buga): describe el significado que este alimento sagrado sigue teniendo para los pueblos indígenas y campesinos. Esta frase muestra el gran potencial, poder, sentido de autonomía y reconocimiento a una planta que ha engendrado vida y subsistencia a miles de campesinos colombianos que viven de su consumo.

Al escuchar a don Juan pronunciar frases como «si nos quitan el maíz nos quitan todo», se puede leer en él la veneración a la naturaleza creadora. Por otra parte, se puede ver la perversión de aquellos que, desconociendo la relación que establecen los campesinos con sus cultivos, con sus alimentos y con su entorno, desafían a la naturaleza para hacer de los alimentos mercancías y de las semillas su vehículo. Por eso al preguntar sobre las semillas transgénicas, se entiende que para los custodios éstas son unos instrumentos alejados de toda realidad natural y una amenaza frente a la cual es preciso luchar.

En este contexto cobra vital importancia el trabajo de conservación de la biodiversidad como un proceso de resistencia frente a los intereses de las multinacionales. Para los custodios de semillas «la lucha de los campesinos en todas partes es la misma»; incluso son vehementes a la hora de hacer el llamado a la defensa de las variedades criollas de maíz. Don Juan, por ejemplo, expresa lo siguiente: «si yo como campesino no lucho por lo que me gusta ni por lo que tengo, entonces no me debería llamar campesino».

 

La finca: espacio de conservación de las semillas de maíz

Al preguntar sobre la conservación de maíz, nos damos cuenta que los custodios no conciben esta práctica por fuera del espacio de la finca campesina: éste es el lugar privilegiado donde cultivan, además de maíces, mangos, guayabas, fríjoles, naranjas, aguacates, yucas, etc. Esta característica le da un valor incalculable a la tierra y a las semillas, es un valor que trasciende lo económico para pasar al plano de lo afectivo y político, donde tener una finca es tener semillas y tener semillas criollas es hacer resistencia.

Lo anterior nos lleva a deducir que la diversidad en condiciones campesinas es un elemento fundamental de resistencia, soberanía y conservación. Esa diversidad nos lleva a hablar, no sólo de maíz, sino también de maíces, fríjoles, yucas, arracachas, etc. Por otra parte, en este proceso se identifica que la semilla concentra un principio desencadenante y articulador de identidades, amistades, sueños y esperanzas. La semilla de maíz por ejemplo, es alimento, cultura y resistencia. En los distintos encuentros de custodios esta siempre es compartida por campesinos de las distintas regiones y etnias del país.

Esto nos lleva a pensar que la articulación en torno a las semillas es lo que nos puede abrir el camino a la unión campesina en el ámbito latinoamericano y mundial, recuperando y manteniendo una cosmovisión y una lógica alternativa al modelo avasallador y mercantilista que día a día se trata de imponer.

 

La recuperación de recursos genéticos

Las semillas tradicionales de maíz más empleadas en la siembra son: el blanco común de capacho morado y el amarillo común «casado» (granos amarillos y blancos). Es importante destacar que unas de las semillas más usadas son los maíces casados, que tienen como características principales: mazorcas grandes, granos redondos y resistencia a las lluvias excesivas y a veranos prolongados.

El sistema de siembra usado es una estrategia muy común: asocio de diferentes variedades de maíz y fríjol de bejuco «revoltura». Revoltura es una mezcla de diferentes variedades de fríjol, entre las cuales se destacan: huevo de pinche, boca de ángel, morado, culateño, rochela, petaco, fosten, etc. El promedio de variedades utilizadas en una revoltura es de diez.

Del acompañamiento al proceso productivo del maíz se han identificado algunas relaciones que articulan el sistema tradicional y la producción sostenible:

·         Empleo de semillas tradicionales: los productores, después de un largo proceso de selección de materiales introducidos, han optado por unos materiales específicos, de amplia variabilidad genética (como el fríjol de enredadera) y adaptados a las condiciones locales, lo que les garantizan una mínima producción frente a factores de riesgos o de empleo bajo de insumos.

·         Empleo de tecnologías propias: son de bajo costo y fáciles de implementar. Se destacan el remojo y la aplicación de salvia a la semilla, la protección de las semillas con aceite o humo. Lo anterior garantiza mayor independencia de los productores frente a las tecnologías externas, especialmente cuando existe valoración de las tecnologías propias.

·         Diversidad de cultivos: trae un sinnúmero de ventajas para los productores. En el caso concreto del sistema tradicional de siembra de maíz, vale la pena destacar que en muchos casos éste es un sistema transitorio, que evoluciona hacia sistemas de producción mucho más complejos y permanentes (sementera y café).

·         La siembra de maíz y fríjol: históricamente ha sido muy importante ya que se constituyeron en las etapas previas al establecimiento de cultivos comerciales, que aseguraban una articulación con los mercados y la alimentación en los procesos de colonización. Este sistema de cultivo garantiza, en el corto y mediano plazo, un alto nivel de seguridad alimentaria para la familia. A los dos meses se realiza la cosecha del fríjol (arbustivo) y a los cuatro meses se inicia la cosecha del fríjol de bejuco, que dura hasta los seis meses, cuando se realiza la cosecha del maíz. Un año después se inicia la cosecha de yuca y arracacha; finalmente, a los 16 meses se inicia la cosecha del plátano.

 

Prácticas y técnicas campesinas en el manejo de las semillas de maíz

Selección de semillas: en cuanto al maíz que se emplea para semilla, es necesario hacer la selección en la planta. Se debe dejar secar bien la semilla en la planta; no se recomienda secar al sol. Un indicador del punto óptimo de secado es cuando la mazorca cuelga hacia abajo (descuelga) en la planta o que han agobiado. Si la planta tiene 2-3 mazorcas se escoge la más grande

El maíz se cosecha y se lleva a la casa donde se deshoja. Se seleccionan las mejores mazorcas, es decir, las más grandes, de granos gruesos, que estén en línea recta y estén sanos. Las mazorcas que tengan espacios vacíos, granos redondos o desalineados se descartan para semilla. Muchos campesinos no tienen en cuenta las fases de la luna para la recolección del maíz de semilla y otros la hacen en menguante.

A las mazorcas seleccionadas se les quitan los granos de la punta y de la base, pues éstos son los granos más delgados. Para semillas se utilizan los granos de la parte central que son más parejos; si es necesario, se escoge la semilla retirando los granos defectuosos o pequeños, buscando con ello tener una semilla de mejor calidad. Algunos campesinos acostumbran guardar la semilla desgranada, colocándola al sol durante mínimo dos días antes de almacenarla.

Conservación de semillas: en algunos casos se acostumbra a impregnar la semilla con agua-kerosene para evitar el ataque del gorgojo o de la hormiga cuando ya está sembrada. También se puede emplear ceniza (espolvoreada) o aceite vegetal con el mismo fin. En este último caso la semilla sí es apta para la alimentación, por lo que también es una técnica que nos sirve para almacenar los granos para el consumo. Otra forma de almacenar la semilla es colocándola entre capas alternadas de hojas de eucalipto o aguacate.

Para conservar las semillas en la mazorca los campesinos han empleado diferentes técnicas, algunas de las cuales se describen a continuación:

· Las semillas (mazorcas) se colocan en un parapeto, colgadas encima del fogón, donde puedan recibir el humo que les ayuda a protegerse de la plaga (gorgojo). En este caso se cuelga la mazorca, que aún conserva el capacho, amarrada de la punta con una hoja de éste mismo, buscando que quede bien ajustada. Bajo estas condiciones la semilla puede durar de 2 a 3 años.

· Hay otra técnica que se empleaba (información de Genaro González, vereda Alaska) que consistía en colocar las mazorcas sin descapachar en forma de columna con las puntas hacia adentro. Al tener la primera hilera (en redondo) se le echaba ceniza caliente, luego se colocaba otra nueva hilera y se agregaba ceniza, así se continuaba sucesivamente hasta formar una columna o pilastra.

Preparación de la semilla: algunas de las técnicas empleadas para preparar las semillas antes de la siembra, con el fin de protegerla de plagas, se describen a continuación:

· La semilla seleccionada se remoja durante dos días en agua con zumo de salvia amarga (Austroeupatorium inulaefolium). Posteriormente se escurre la semilla y se siembra. Con este tratamiento evitamos ataques de algunas plagas del suelo y de la tórtola. Algunos campesinos plantean que se pueden usar otras plantas como la verbena (Verbena sp.) o el árnica (Árnica montana) para amargar el agua en la cual se va a poner a  remojar el maíz.

· Una variante a la anterior práctica es que, después de escurrir la semilla, se envuelve durante otros dos días en una hoja de plátano «suasada». Posteriormente se saca la semilla, que ya está empezando a «puyar» (germinar) y se siembra. Con esta práctica el maíz emerge muy rápido y no se le da tiempo a la plaga para que lo afecte. El remojo sugerido es de un día. Luego se escurren las semillas y se colocan en un canasto tapado con hojas, donde se dejan durante otro día para acelerar la germinación. Antes de la siembra se sugiere volver a amargar las semillas con el zumo de cualquiera de las plantas recomendadas.

Técnica del casamiento2 o refrescamiento: es una de las prácticas de mejoramiento más importante para este cultivo. Se usa para darle resistencia al maíz contra los contratiempos (inviernos o veranos fuertes); se reconoce que los maíces solos (sin casar) son menos resistentes a los contratiempos. El objetivo del casamiento3, con palabras de los campesinos, es «buscar una variedad más resistente a plagas, enfermedades, invierno, sequías y de mejor rendimiento tanto en el cultivo como en la cocina». Es decir, con el casamiento se busca recuperar la calidad de una semilla cuando «está cansada».

Tradicionalmente, la técnica consiste en cruzar un material de maíz blanco con un material de maíz amarillo, sembrándolos mezclados o uno junto al otro. Se considera que el maíz está casado cuando en la misma mazorca aparecen granos amarillos y blancos (y en algunos casos morados), lo que ocurre en la cosecha de la segunda siembra. En este caso el cruzamiento es notorio por la presencia de granos amarillos y blancos en la misma mazorca. Algunos campesinos consideran que también existe casamiento entre maíces del mismo color, la única diferencia es que no se identifica pues no hay contraste y además de los maíces casados se puede volver a los materiales iniciales.

La selección se hace de acuerdo al criterio del productor: tipo de grano, porte de la planta, color, etc. Si no se quiere hacer selección, el maíz casado se puede continuar sembrando indefinidamente. De hecho, existen comunidades rurales donde se manejan semillas de maíces casados desde hace varias décadas.

Los campesinos consideran que el maíz casado produce más que el maíz no casado y que sus granos son más gruesos, ideales para el consumo. Sin embargo para el mercado, especialmente de la ciudad, el maíz casado (de granos amarillos y blancos) no es muy aceptado, pues lo pagan a más bajo precio o inclusive lo rechazan por la mezcla de granos, lo que según la apreciación de los propios campesinos, es uno de los factores que más ha llevado a la disminución de esta práctica. Esto evidencia cómo el mercado ha ido marginando y relegando la invención campesina. Lo que nos corresponde es una tarea de valoración del saber y el ser campesino.

 

¿Y los transgénicos qué?

Para cerrar, preguntamos a los custodios sobre las semillas transgénicas, su impacto en la cultura campesina y los procesos de resistencia. La respuesta de campesinos como don Juan, es clara: «yo no recibo esas semillas porque conozco los riesgos que tienen y la contaminación que causan (haciendo referencia a lo ocurrido en México). Por otra parte, creo que la manera de contrarrestar las amenazas de esas semillas es informarle a los vecinos y a la gente sobre las contradicciones que tienen los transgénicos y la amenaza que representa para nosotros los campesinos». Lo que creemos es que los transgénicos van a acabar con las semillas nuestras y eso no lo podemos permitir.»

Para finalizar, la conversación con algunos custodios de maíz abre un camino lleno de pragmatismo y realidad frente a toda la amenaza de las multinacionales. Ellos coinciden en hacer la siguiente invitación: «lo principal y la esperanza está en que los campesinos conservemos, multipliquemos y repartamos semillas a otros campesinos…».

 

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* Promotores Sociales del Instituto Mayor Campesino IMCA: Tel (+2) 2286206,

1 Custodio es aquel campesino que de manera natural conserva las semillas para cultivarlas en próximas siembras o para compartirlas con sus vecinos. Esta asignación también aplica para los conocimientos generados en torno a esta práctica.

2 Un documento más amplio sobre esta técnica puede consultarse en el IMCA.

3 Camila Montecinos del CET Sur de Chile demuestra en su artículo «Casamiento del maíz: una técnica campesina para seleccionar manteniendo la diversidad» publicado en la Revista Biodiversidad N° 6, que esta práctica campesina tiene un potencial importante para mantener -¿y quizás crear?- diversidad como parte integral de los procesos de selección.

Publicado en Enero 18 de 2005| Compartir
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